miércoles, 12 de octubre de 2011

Filosofía, Ciencia, Filosofía de la Ciencia y Neopositivismo

La filosofía es un concepto difícil de definir, y que ha variado de significado con el devenir de la historia. En este sentido tal como plantea Ferrater (1969):

La significación etimológica de ‘filosofía’ es ‘amor a la sabiduría’. A veces se traduce ‘filosofía’ por ‘amor al saber’. Pero como los griegos – inventores del vocablo ‘filosofía’ – distinguían con frecuencia entre el saber… en tanto que conocimiento teórico, y la sabiduría… en tanto que conocimiento a la vez teórico y práctico, propio del llamado sabio, es menester tener en cada caso a qué tipo de conocimiento se refiere el filosofar.

Por su parte García Bacca (1966) plantea lo siguiente:

La filosofía actual no tiene definición; tiene una tarea impuesta: trabajar en ciencia, técnica y economía política. Si llena bien su tarea, saldrá, a lo mejor, graduada de metaciencia, de metatécnica, o de metaeconomía..., mas ya no de metafísica. No será ya amor de la sabiduría, sino sabiduría, y sabiduría real, encarnada, enmaterializada, encorporalizada —cual en realidad apropiada para ser  real: actual y actuante—, en carne, materia o en cuerpo de ciencia, de técnica. Por algo Dios, para redimirnos en firme, de manera real de verdad, se encarnó, se enhumanizó en Cristo. Si la filosofía no se encarna en nuestras ciencias reales por virtud de las técnicas, si no corre la aventura de nuestras ciencias y técnicas, si no se levanta a empresa de transformar el mundo natural, la filosofía tendrá o conservará la definición: ‘conocimiento universal y necesario de las causas y principios supremos de todas las cosas’. O la de ‘interpretación del sentido del mundo’, o la de ‘Concepción del universo y del hombre’.

Todo esto quiere decir que la filosofía es una acción humana en tanto está relacionada con los sentimientos (el amor) y el conocimiento (saber), y durante muchos años, permitió responder a las preguntas que el hombre se formulaba con respecto al mundo en el que vive.

Empero la filosofía como toda acción humana, ha debido evolucionar con el pasar de los años, pues el desarrollo de las técnicas y la ciencia, han hecho que las respuestas que brindaba la filosofía no resultasen suficientes, de hecho, con el pasar de los años, áreas que eran exclusivas de la filosofía, se han separado de esta para acercarse más a la ciencia en búsqueda de nuevas formas de responder sus inquietudes.

En este sentido, tomando en cuenta lo planteado por los dos autores anteriormente citados, se puede considerar entonces la filosofía como la inquietud humana de comprender el mundo, de darle forma, y de encontrar coherencia en una realidad caótica.

Por otro lado, hablar de ciencia, también tiene que ver con el saber, o como lo indica Ferrater “etimológicamente, ‘ciencia’ equivale, pues, a ‘el saber’. Sin embargo, no es recomendable atenerse a esta equivalencia. Hay saberes que no pertenecen a la ciencia; por ejemplo, el saber… común, ordinario o vulgar”. Aunado a esto, García Bacca (1996) considera que “Ciencia es, para nosotros un ideal: el ideal de conocimiento teórico, técnico, ontológico, fenomenológico, objetivo y sistemático.”

En este mismo orden de ideas, tal como recuerda Sánchez (2007)

Kuhn definió la ciencia como una actividad humana, un producto social en el que interactúan factores internos y externos. Y el conocimiento como un acto intra-paradigmático, cuyo resultado no es una representación de la realidad, sino la realidad captada a la luz de las categorías perceptivas propias de cada tradición. Dichas categorías se asimilan por medio de un proceso educativo, que convierte al estudiante o al científico en miembro de una determinada comunidad de especialistas. La comunidad funciona dentro de un esquema conceptual o marco de investigación, que no sólo condiciona la formulación de las teorías, sino, también, la percepción de la experiencia y la clasificación de los fenómenos. Por tanto, no hay una única forma de organizar conceptualmente los datos de experiencia, ya que ésta siempre depende de una estructura teórica previa. Para Kuhn, ni teoría, ni experiencia, ni la relación entre ambas puede darse al margen de un contexto histórico-social.

Esto significa que la ciencia al igual que la filosofía, se ocupa pues, de la producción de conocimiento. Mientras la filosofía se encarga del saber en general, la ciencia está más delimitada en cuanto a las áreas del saber de las que se ocupa, empero “todavía es arduo separar lo propiamente científico [sea cual fuere su valor actual] de lo propiamente filosófico” (Ferrater, 1969).

Posteriormente, Ferrater (1969) plantea lo siguiente cavilando sobre esto: “La ciencia opera mediante observación, experimentación, inferencia y deducción, en tanto que la filosofía opera mediante intuición; a consecuencia de ello la ciencia se refiere sólo a lo fenoménico mientras que la filosofía muerde sobre lo nouménico, etc., etc.” (Ferrater, 1969)

En este sentido, dado que la ciencia se ocupó durante mucho tiempo solo de estudiar la naturaleza (en sus distintas manifestaciones), la filosofía adoptó el rol de establecer medidas, y sobre todo de establecer métodos, estándares de medida, etc. – con el fin de que todos los científicos estudiaran la realidad de una misma manera, reduciendo así la impronta individual o subjetividad que pudiera dar el investigador, y aumentando la probabilidad de que todos entendieran de la misma manera los resultados obtenidos – pero sobre todo de ver la ciencia más allá de lo mensurable, y aunque lo venía haciendo otrora al circulo de Viena, es a partir de este momento que se empieza a hablar formalmente de filosofía de la ciencia.

En este sentido, la filosofía de la ciencia, es una rama de la filosofía que se ocupa de revisar los distintos métodos y técnicas utilizados por la ciencia de manera crítica, con el objeto de garantizar que el conocimiento que con estos se produce es verdaderamente representativo de la realidad que abordan, además de procurar un lenguaje común para engranar y facilitar el entendimiento de todas las ciencias y/o disciplinas entre sí.

Grosso modo, el circulo de Viena proponía una concepción científica del mundo, siendo la antimetafísica, y el empirismo lógico, elementos fundamentales de su pensamiento. En este orden, tal como traduce Lorenzano (2002) planteaban que:

La concepción científica del mundo no se caracteriza tanto por sus tesis propias, como más bien por su posición básica, los puntos de vista, la dirección de la investigación. Como objetivo se propone la ciencia unificada. El esfuerzo es aunar y armonizar los logros de los investigadores individuales en los distintos ámbitos de la ciencia. De esa aspiración se sigue el énfasis en el trabajo colectivo; de allí también la acentuación de lo aprehensible intersubjetivamente; de allí surge la búsqueda de un sistema de fórmulas neutral, de un simbolismo liberado de la escoria de los lenguajes históricamente dados; y de allí también, la búsqueda de un sistema total de conceptos. Se persiguen la limpieza y la claridad, rechazando las distancias oscuras y las profundidades inescrutables. En la ciencia no hay ‘profundidades’, hay superficie en todas partes: todo lo experimentable forma una red complicada no siempre aprehensible en su totalidad, sino que a menudo sólo comprensible por partes. Todo es accesible al hombre y el hombre es la medida de todas las cosas. Aquí se muestra afinidad con los Sofistas no con los Platónicos, con los Epicúreos no con los Pitagóricos, con todos aquellos que aceptan el ser terrenal y el aquí y el ahora. Para la concepción científica del mundo no hay enigmas insolubles. La clarificación de los problemas filosóficos tradicionales nos conduce, en parte, a desenmascararlos como pseudo-problemas y, en parte, a transformarlos en problemas empíricos y de allí a someterlos al juicio de la ciencia de la experiencia. En esta clarificación de problemas y enunciados consiste la tarea del trabajo filosófico y no en el planteamiento de enunciados ‘filosóficos’ propios.

Esto plantea, una nueva forma de entender la filosofía más que como un mero proceso de organización dialéctico del mundo y la realidad, como una especie de faro que guía en una misma dirección a todas las ciencias, a partir de la generación de un lenguaje único a partir del cual todas puedan llegar a acuerdos significativos para lograr un avance donde la intersubjetividad, es decir, los puntos comunes que comparten todas o la mayoría de las ciencias, sea el punto de partida para establecer las condiciones y los símbolos, bajo los cuales establecer acuerdos, y lograr así una visión más integral del mundo, que estará mediada por la perspectiva empirista donde la ciencia y su método, será la encargada de develar las respuestas a los diversos problemas e inquietudes que enfrente la humanidad a partir del uso de la lógica y la experimentación como fundamento para la aprehensión del conocimiento.

A este respecto resulta pertinente tomar las palabras de los profesores de LUZ Pitter y Rincón (s/f) según quienes el neopositivismo o positivismo lógico se fundamentó en cuatro grandes líneas cómo lo son el criterio de demarcación, el lenguaje lógico, la unificación de la ciencia y la inducción probabilística

La tesis del positivismo lógico se desplazó desde el criterio de verificación de Wittgenstein (vía deductiva a partir de proposiciones elementales cuya verdad se establece por la vía de la observación) hasta llegar a la aplicación de una lógica inductiva. Luego, el positivismo lógico de la Concepción Heredada estableció la inducción lógica como método de las ciencias empíricas. La lógica inductiva permitiría fundamentar el criterio de verificación empírica en el grado de probabilístico de confirmación de una determinada hipótesis. (Pitter y Rincón, s/f)

Esto sin duda, representa un hito histórico en lo que tanto a la filosofía como a la ciencia se refiere, pues se rompe por un lado con el paradigma positivista clásico, y por otro con el idealismo hegeliano, proponiendo una nueva visión, a la que denominaron neopositivismo o positivismo lógico, que marcó la producción tanto filosófica como científica durante gran parte del siglo XX.

En este sentido, resulta pertinente abordar el aporte de Khun al ser uno de los máximos exponentes de la filosofía de la ciencia moderna. En primer lugar, como ya referimos anteriormente, a diferencia del círculo de Viena para quienes la ciencia, y su lenguaje debe estar separado de los rasgos histórico-sociales del investigador, para Khun, esto es un factor determinante, en la producción de teorías y en el entendimiento del paradigma bajo el cual se inscribe un determinado investigador.

Para Khun (1966; citado por Sánchez, 2007) un paradigma, es un cuerpo doctrinario que conjuntamente con una posición filosófica y una serie de creencias metodológicas permiten validar (elegir, valorar y criticar) una forma de abordar o de comprender un aspecto de la realidad, lo que da inicio a lo que posteriormente denominó, ciencia normal. A este respecto, tal como indica Sánchez (2007) para Khun:

La ciencia normal es una actividad altamente acumulativa que cumple sus objetivos con éxito, extendiendo con precisión el alcance del conocimiento científico. Sin embargo, la actividad científica no se reduce a la ciencia normal. A lo largo de la historia, la ciencia ha enfrentado situaciones novedosas, provocadas por el descubrimiento de fenómenos inesperados, que llevan a los investigadores a formular nuevas teorías.

Estos fenómenos inesperados o también llamadas anomalías pueden ser simples, y por tanto resueltos por el paradigma y los métodos vigentes, o muy complejos, y provocar el surgimiento de nuevas teorías, y en los casos más extremos, de nuevos paradigmas. En este sentido, para Khun la ciencia progresa de dos maneras, la primera es a través de la ciencia normal que como se mencionó anteriormente, no es más que el proceso natural de revisión constante de sus conceptos y propuestas tanto teóricas como procedimentales de toda disciplina, y la segunda, es a través de los cambios paradigmáticos que implican el rompimiento con el viejo paradigma, y el nacimiento de uno nuevo, incompatible con el anterior, más no necesariamente superior. A este respecto, tal como plantea Sánchez (2007)

La posición de Kuhn encierra una importante crítica al cientificismo, que considera la ciencia como el único medio para alcanzar la verdad definitiva acerca del mundo. Sin embargo, para poder afirmar la incapacidad de la ciencia de alcanzar la verdad absoluta sobre el mundo real, Kuhn elimina la natural aspiración de la ciencia a alcanzar un conocimiento objetivo del mundo, sacrificando de esta manera el carácter teleológico y finalista del conocimiento científico. Bajo esta perspectiva se niega a la investigación científica su carácter gnoseológico fuerte, y se la deja en un nivel puramente instrumental o pragmático.

En este sentido, Khun pone en tela de juicio la objetividad de la ciencia, en tanto considera que la ciencia es producto de la subjetividad que una comunidad de especialistas imprime a dicho conocimiento, y esta subjetividad viene dada por el contexto histórico-sociológico en el cual se desenvuelve dicha comunidad, por lo que plantea la tesis de la inconmesurabilidad que en cierta medida tiene que ver con la propuesta del círculo de Viena de establecer un lenguaje común a todas las ciencias. A este respecto, tal como plantea Pérez (1999; citado por Sánchez, 2007) “dos teorías son inconmensurables cuando sus estructuras taxonómicas no son homologables”, es decir, para Khun, el problema no está en el uso de una palabra u otra, una teoría u otra, esta más bien en el significado que cada comunidad le da a dicha palabra o a dicha teoría, y no solo en el significado, sino en las implicaciones y en las formas de medir y caracterizar la realidad que tienen, o tal como plantea el mismo Khun (1976, citado por Sánchez, 2007)

‘Inconmensurabilidad’ es un término tomado de la matemática y ahí no tienen tal implicación. La hipotenusa de un triángulo rectángulo isósceles es inconmensurable con su lado, pero ambos pueden ser comparados con el grado de precisión que se desee. Lo que hace falta no es la comparabilidad sino una unidad de longitud en términos de la cual ambos puedan ser medidos directa y exactamente.

Esto ha generado, que la filosofía contemporánea y en particular la filosofía de la ciencia, dedique sus esfuerzos más a la discusión de los temas semánticos y ontológicos de la ciencia, que a los temas metodológicos y técnicos.

Finalmente, si se acepta la premisa de que tanto la filosofía como la ciencia son acciones eminentemente humanas, entonces se hace necesario aceptar también que las condiciones socio-históricas en las que se desenvuelva tendrán un impacto significativo, pues los preceptos sociales de moral y ética (entre otros), que en un momento determinado sean aceptados por una sociedad y por el investigador, influirán sobre este, tanto en la forma de investigar como en la forma de tratar y presentar los datos. Aunado a esto, los conocimientos previos, tanto del investigador como de la sociedad, influirán significativamente en la aceptación o no tanto de una investigación determinada, como de los resultados de dicha investigación.

En este sentido, podemos poner como ejemplo claro, el informe Kinsley en los años 1950’s, donde se investigó sobre la sexualidad de los norteamericanos, y a pesar de haber sido realizado con toda la rigurosidad científica requerida, fue criticado duramente tanto por la comunidad científica como por la sociedad en general, no tanto por el método usado, sino por la forma de presentar los resultados y especialmente, por el tema abordado, pues los estándares de ética y moral de la sociedad para el momento, no resultaba aceptable, abordar ese tema, y mucho menos desde dicha perspectiva.

Referencias.

Ferrater, M. (1969) Diccionario de filosofía. Ed. Suramericana. Buenos Aires Argentina.
García Bacca (1966), Ciencia, Técnica, Historia y Filosofía. En la atmósfera cultural de nuestro tiempo. [En red] disponible: http://www.garciabacca.com/libros/cienciatec.html Recuperado: 18/03/2010
Lorenzano, P. (2002) La Concepción científica del mundo: El círculo de Viena. REDES Revista de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología Vol. 9, Nº 18, Buenos Aires – Argentina.
Pitter, W, y Rincón, E. (s/f) EL CÍRCULO DE VIENA Y EL POSITIVISMO LÓGICO. [En red] disponible:http://www.entretemas.com/lineai/ArticulosAnteriores/CirculoDeViena_Pitter-Rincon.htm
Sanchez, M (2007) Thomas S. Khun. [En red] Disponible: http://www.philosophica.info/voces/kuhn/Kuhn.htmlrecuperado el: 18/03/2010

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